Led Zeppelin - IV (1971)

"... siempre uno se ve minúsculo bajo la sombra del zepelín, pirámide que logrará por los siglos de los siglos escapar a la corrosión del tiempo, señalando como siempre ha hecho desde su impertérrita posición el mapa astral del rock de los 70 y de todo lo que vino después..."


Puestos a dar testimonio de POM's imprescindibles en la estantería de cualquiera, seas melómano o no lo seas, no puede faltar el cuarto de Led Zeppelin. La verdad es que no vengo a decir nada nuevo si es que a estas alturas puede decirse alguna cosa más de este disco, además estoy seguro que leeréis muchas más veces y mejor sobre este disco inmenso. Pero mirad, cuando llega el Zepelín no existe ningún otro sonido que me llegue del exterior, y simplemente me produce congoja y placer tener esta ilustre portada luciendo y escribir cuatro líneas como sentido homenaje.
Fíjate tú, ayer escarbando entre imágenes inconexas mientras escuchaba este disco, ensimismamiento suelen llamarlo, recordé que mi abuelo solía decirme que quien suele sacar mayor partido de las ideas más originales no tiene porque ser quien las inventa, algo que no entendíen su momento y hasta bien entrada la madurez, y me lo decía por otros aspectos de la vida moderna, yo ahí pragmático no soy ni pizca, supongo que si lo hubiera aplicado en una línea más comercial incluso podría haber llegado a ser un encorbatado hombre de traje gris, falto de empatía con la raza humana y con pasta hasta las orejas. Por suerte, como oveja negra de la familia que soy y loco por los discos además, vine a entenderlo con el rock. Y Led Zeppelin es uno de los casos a tener como ejemplo en ese aspecto, para empezar, creo que no existe grupo en el planeta tierra que tenga en su historial tal número de acusaciones de plagio y apropiaciones ilegales de canciones ajenas, una discografía que en sus cuatro primeros discos expolió el rock hecho hasta el momento con descaro y sin miramientos, desde riffs, partes vocales, intros, instrumentación, arreglos, incluso textos de Tolkien. A esto le sigue una la leyenda negra que supera la ficción, con sus borracheras interminables, y su afamadas y brutales orgías que bien les valdría una asociación de mujeres víctimas de sus tropelías, y excentricidades variopintas como la obsesión de Page por Aliester Crowley y sus neófitas prácticas de magia negra, todo con un vestuario entre la Swinging London y la mafia, y donde no faltaron muertes misteriosas de familiares directos y huidas a la campiña inglesa, toda una serie de capítulos que explicados al detalle podrían lograr que el más pintado rockero se hiciera pipi y caca encima. Los adjetivos podrían ser salvaje, peligroso, a tope...


Por mi parte no supe de todas estas mandangas extra-musicales hasta bien entrada la juventud a base de artículos de aquí y de allá, el más sonado que recuerdo leer fue en la mítica sección "No me judas satanás" de la Popular, aquellas líneas me dejaron cartón-piedra, e incluso me hicieron dudar (sólo unos segundos hasta presionar el play del cassette) ante el hijodeputismo de los cuatro músicos. Algo habría de cierto en todo aquello, y algo habría de leyenda urbana. Y pese a todo, nadie puede discutir su grandeza... y aquí una suelta eso de... it makes me wonder y/o el todo está inventado que puede ser un buen recurso para explicarlo, aunque realmente me quedo con el título de esa canción de los Rolling Stones que dice The Singer Not The Song, un título que llevo escrito en el apartado refranero justo antes de otro de igual calaña como The Song Remains The Same. Es el cantante no la canción, porque la canción es siempre la misma, desde el blues de Willie Dixon, Howlin' Wolf..., el soul y el rock and roll a través de los grupos sixties tal que Small Faces, Rolling Stones..., el folk de los pioneros del revival yanqui y británico, Joan Baez, Joni Mitchell (también), Bert Janchs, Roy Harper, Fairport Convention..., todo llevado al extremo en una especie de mezcla inestable a punto de estallar, el caso es que después de tantos años los discos de este grupo continúan sonando igual de frescos, únicos y desbocados, atractivos, placenteros, influyentes, místicos y míticos, únicos.

Dicho esto, ojo, el grupo estaba formado de grandes músicos incluso antes de debutar como Led Zeppelin, porque además de sus grupos seminales, pertenecían a una de las últimas grandes generaciones de currantes de segunda fila, músicos de sesión y arreglistas que en los 60 pululaban por los estudios de grabación detrás de los nombres más grandes del cartel, y dejando en muchas ocasiones una huella imborrable cobrada solo a precio hora y muchas veces sin acreditar, dígase que ya llevaban tiempo allí cuando en el 69 volvieron del revés el rock. Y todo el mundo tendrá su disco preferido de Led Zeppelin, el mío va oscilando con el III como estampa principal, pero es innegable que puestos a dar un sello unánime puede que este IV tenga todas las papeletas, este tracklist es posiblemente el más equilibrado de su carrera, el que contiene todos los elementos que les han hecho grandes, la canción de la escalera incluida.

Imposible para mí detenerme como debe en cada canción, cada una merecería un post en el que explayarse de lo lindo disfrutando con la referencia a plagios varios, anécdotas sangrantes, influencias obvias y otras que no tanto... etc. Yo sólo os diré que Black Dog me parece ya de entrada acojonante, literal y metafóricamente hablando, el grupo lleva el riff blues plagiado de Dixon/Wolf a otra dimensión donde ni sus propios autores nunca habrían imaginado, con Rock'n'Roll dan cera como quien no quiere la cosa al propio rock'n'roll y al riff-shuffle pentatónico de sobras conocido y que nunca volvería a ser el mismo desde entonces, abriendo de paso una nueva brecha dimensional para el rock de pelaje más rudo, y sin dejar la tradición que tan bien supieron aprendeher (con h) en su tercer disco, sellan con matrícula de honor el buen momento del brit-folk con The Battle Of Evermore, ratificado además con la presencia de la siempre portentosa y nunca suficientemente homenajeada Sandy Denny, y tomando prestados los textos de Tolkien para esta batalla a la eternidad. Cierra la cara A, y por todo lo alto, la canción de las canciones, Stairway To Heaven es mítica y a enumerar junto al Like A Rolling Stone, Gimme Shelter y A Day In The Life, tantas veces escuchada y nunca cansa, ni cansará, el punto más alto que conocerá el pensamiento pagano y agnóstico, un carpe diem llevado al misticismo ante la estupefacción y en las narices de la misma reina de mayo.


La Cara B vuelve al misticismo épico de Tolkien en la rítmica y portentosa Misty Mountain Hop ejerciendo de reclamo y vuelta a la tensión instrumental entre sección rítmica y melodía, para ya de paso escenificar las tardes de fumata en el parque, inmensa tonada. Y vale que Four Sticks no será de sus canciones más nombradas posiblemente por compartir espacio con otras más conocidas, pero no deja de ser un portento arrollador y prueba de la apisonadora instrumental que fueron. Vuelven por los fueros del Brit-folk con Going To California señalando a Joni Mitchell como catalizadora, o mejor, víctima del plagio correspondiente, aunque sarna con gusto no pica nada, cierra la cara B y el disco When The Leeve Breaks, blues del Delta esta vez sí, acreditada como debe a sus autores Kansas Joe McCoy y Memphis Minnie, y como tan bien sabían hacer los Small Faces, improvisando libremente sobre un motivo principal, con la batería potente en primer plano y sonido trabajado al detalle, un portento en cuanto a producción y regristros se refiere, única, una de esas joyas últimacanción que reinan sobre el resto del tracklist desde su cómoda posición de cierre del disco, grande, colosal sería un buen adjetivo.

Se me hacía cuesta arriba en primera instancia hablar de tal magna obra del rock de nuestra civilización, pues siempre uno se ve minúsculo bajo la sombra del zepelín, pirámide que logrará por los siglos de los siglos escapar a la corrosión del tiempo, señalando como siempre ha hecho desde su impertérrita posición el mapa astral del rock de los 70 y de todo lo que vino después, ya sea de ascendencia por la Casa del Sol Naciente, sita en la ancestral New Orleans o por la recóndita gracia de Bron-Yr-Aur allá por Gales. El cuarto disco de Led Zeppelin, que empiece la misa pagana.


Comentarios

  1. Vamos, discazo impresionante, siempre seré de los tres anteriores, pero es que ésta tiene esa fabulosa The Battle Of Evermore, y luego más maravillas como Rock n Roll

    ¿El mejor disco de la historia del rock? No. Uno de los cinco mejores, sí.

    ResponderEliminar
  2. Bien dices, fundamental es poco, no debería faltar en una discografía que se precie. La primera cara es impresionante, como dices la segunda vuelve al misticismo épico pero no se queda manco el disco ni mucho menos. Abraçada.

    ResponderEliminar
  3. Mi favorito del grupo sin duda y dentro de los 25 mejores de la historia también lo malo es que lo he escuchado tanto que ahora solo pongo house of holly

    ResponderEliminar
  4. Una obra maestra absoluta, de acuerdo totalmente, Chals. Zeppelin hizo progresivo el blues, distorsionó su sonido y de ahí salió el heavy metal. Pero el grupo inglés jugaba en otra liga: la suya. Sabias las palabras de tu abuelo: del robo hizo arte la banda, llevó el material sustraído hasta cotas tan soberbias como las holladas en su cuarto disco.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario